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Famosas, gracias a Bond… James Bond

La saga de las películas del intrépido agente 007 se convirtió en escaparate de actrices que en su mayoría saltaron al estrellato después de protagonizar la cinta fueron sinónimo de belleza, glamur y erotismo en su época; la saga de James Bond así lo atestiguó con sus apariciones en cada uno de sus filmes y el apelativo que las describiría para el mundo.

Las Chicas Bond podían ser lo malas que desearan o lo ingenuas que sugirieran, ya que su aspecto encandilaba a los espectadores que envidiaban -al salir de las salas del cine- a aquel agente 007 con licencia para matar y flirtear.

Aún en la actualidad puede sugerir cierto machismo el hecho de que el mayor atractivo de las películas de James Bond -el agente 007- sea el resultado de un combinado que integra mujeres, coches y acción a partes iguales.

Pero esta saga -inspirada en las novelas policíacas de Ian Fleming- siempre ha servido de escaparate de las tendencias contemporáneas y, como la revista Playboy en su ámbito, es única en ello.

Tanto Sean Connery como Roger Moore, Timothy Dalton o Pierce Brosnan (obviando un olvidable George Lazenby) han podido ejercer de galanes ante mujeres que -por su beldad- en más de una ocasión les han superado, otras les han brindado un contrapunto memorable y en muchas situaciones, simplemente han quedado relegadas al olvido.

Si comenzáramos por el primer apartado; Ursula Andress, Jacqueline Bisset, Jane Seymour, Carole Bouquet, Kim Basinger, Bárbara Carrera, Carey Lowell, Sophie Marceu, Rosamund Pike o Halle Berry sobrepasaron con creces las expectativas y en algunos casos, como el de la suiza Ursula Andress, repetiría experiencia en pantalla. LAS MÁS BONITAS

Andress tuvo la suerte de ser la primera y dejar impronta en la memoria colectiva con su espléndida figura en Agente 007 contra el doctor No (Dr.

No, Terence Young). La cinta -de 1962- desafiaba las normas del recato y mostraba a la actriz con un diminuto bikini en la piel de Honey Rider -nombre de sugerencias eróticas- y le brindaría la posibilidad de repetir con la comedia Casino Royale (1967) en torno al mismo personaje.

No obstante, las rotundas formas de la francófona nada pudieron hacer con la mirada cristalina y enigmática de Jacqueline Bisset, participante de la citada película, y con el cómico Peter Sellers en papel protagónico.

De hecho, este filme sirvió para el lucimiento de un abultado reparto que incluía a otras divas como Carole Bouquet, una reinventada Deborah Kerr, o las guapas Joanna Pettet, Linda Christian o Daliah Lavi.A la altura de Bisset y su personaje sólo pudo estar Carole Bouquet. La actriz gala daba vida a Melina Havelock, de aspecto cándido y aliada de Bond, para Sólo para sus ojos (For your eyes only, 1981).

Roger Moore ejercía del temido agente a las órdenes de su majestad y a su aspecto refinado contribuía la elección de Bouquet como compañera.

No obstante y años antes, la reducida estatura de la británica Jane Seymour no fue problema para que encabezara los créditos de Vive y deja morir (Live and let die, 1973).

Al lado de Roger Moore y bajo el apodo de Solitaire, se desenvolvía con soltura en esta secuela con asesinatos de agentes y recorridos por Nueva York o Nueva Orleáns.

La belleza exótica de Gloria Hendry no pasó tampoco inadvertida para nadie. Las mujeres orientales y de color tuvieron su hueco en esta serie antes que en otras, funcionando así como un remanente en plena lucha por los derechos civiles de las minorías en la década de los 70. Rodean bellas a Bond.

Kim Basinger, Bárbara Carrera, Carey Lowell, Sophie Marceau, Rosamund Pike y Halle Berry, entre otras, forman este grupo. La gran sorpresa de las chicas Bond llegó en los 80 de la mano de la joven Kim Basinger y la estupenda Bárbara Carrera.

La estadounidense no tuvo aquí su papel más celebrado a pesar de tener como comparsa al inigualable Sean Connery.

En cambio, Bárbara Carrera se convirtió en símbolo latino con entidad propia en una cinta del agente.

Amén de protagonizar -más tarde- memorables fotografías para Playboy o papeles que llegaron a raíz de esta interpretación.

Esta bella joven nicaragüense había despuntado con su tez y rasgos morenos en comedias de éxito pero mala acogida crítica (Condorman, 1981), o en series televisivas históricas de la talla de Masada (1981).

Sin embargo, y ante el alto contenido erótico de la saga de Bond, había lucido tipo en algunas de las secuencias más tórridas filmadas para ese momento.

El título del filme: Never say, never again (1983). Carey Lowell, Sophie Marceau, Rosamund Pike y Halle Berry son las otras actrices que podrían incluirse en este apartado especial.

Lowell -pareja del actor Richard Gere- daba réplica a un recién estrenado Timothy Dalton en 007: licencia para matar (Licence to kill, 1987).

La francesa Sophie Marceu prestaba sus rasgos y gestos aniñados con un instinto perverso en El mundo nunca es suficiente (The world is not enough, 1999) -ya con Pierce Brosnan en la piel del británico-.

Y la impresionante Rosamund Pike obtenía hueco por derecho propio junto a Halle Berry en Muere otro día (Die another day, 2002).

A Berry, que interpretó con maestría y elevadas dosis de seducción, le ofrecieron la posibilidad de realizar un spin off (serie extraída de otra), dado el atractivo con el que dotara a la agente de la CIA Jinx.

Por momentos, la mejor pareja de acción y riesgo del agente 007.

Compañeras y enemigasComo ocurriera recientemente con la estadounidense Halle Berry, Bond ha tenido compañeras de película -malas y buenas- que han destacado por su carisma.

Ya con el mítico e inspirador apodo de Pussy Galore, Honor Blackman figuraba en James Bond contra Goldfinger (Goldfinger, 1964).

La actriz, de similitudes con otras veteranas de la talla de Ann Margret, consiguió que el espectador varón se olvidara de la exuberante Margaret Nolan o de la «desgraciada» Shirley Eaton, que acababa cubierta de oro para su infortunio.

Diana Rigg -Emma Peel en la afamada serie televisiva británica Los Vengadores (1963)- brindó un curioso contrapunto a 007 al servicio secreto de su majestad (On her majesty´s secret service, 1969), ya que ni su rostro, familiarizado a través de la citada serie, pudo agrupar a un James Bond pobre en relación con lo ofrecido por Connery.

Jill St. John -esposa del actor Richard Wagner- regaló una memorable actuación en la cinta Diamantes para la eternidad (Diamonds are forever, 1971), donde como Tiffanny Case se mezcla en una trama de diamantes desaparecidos y alta tecnología para elaborar un fantástico aparato de rayos destructores.

Grace Jones, cantante, modelo y diva de los 80, no tuvo reparos en ofrecer sus gestos histriónicos en Panorama para matar (A view to kill, 1985) y a punto estuvo de matar a James Bond aunque no de cantar La vie en rose, un tema más conocido gracias a su voz.

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